miércoles, 25 de mayo de 2011

Recapacita, no vayamos a perder la cabeza.

¿Qué os parece si nos paramos y nos plantearnos un poco la situación?
Mi madre me enseño desde pequeña, que antes de hacer algo, debo de contar hasta diez, y si entonces no me parece una locura, que lo haga. En mi caso, tengo que contar hasta veinte.
También me enseño a que no me debo fiar de los desconocidos, que si no comes te comen, que más vale pájaro en mano, que ciento volando, y a que le sonría a la gente que me sonríe, a los que no lo hagan, pues, que les sonría también.
Lo siento mamá, no te estoy haciendo caso.
Tengo una amiga, que no se para a pensar las cosas ni un solo segundo. Otra que se las piensa demasiado, la siguiente simplemente se deja llevar, y la que me queda piensa, pero primero actúa.
¿Y yo, que hago mamá? No te equivoques, no son malas niñas, están locas, sí, pero eso es lo que me enamoró de ellas, seguro que a ti también te gustará.
Ellas les sonríen a todos, incluso a los que tendrían ganas de tirar por la ventana.
¿Qué porqué? Porque saben que valen más que cualquiera. Y resulta que todo se pega mamá, que me están haciendo enloquecer, me están llevando por el camino del desenfreno, del corazón a mil por hora, de las salidas nocturnas, de los bares de copas, de los besos robados, de colillas gastadas, de las miradas borrachas.
Ahora, mamá, sueltalo, suelta esa pregunta que me estás deseando hacer.
-¿Eso es lo que quieres?
Solo puedo responder a eso de una manera.

Por fin, he encontrado mi sitio.

lunes, 16 de mayo de 2011

La cuenta por favor

Jefe, qué se debe?. Anda tráeme la cuenta. Te iba a pedir la dolorosa, pero me temo que en este caso, además de dolor, va a hacer alivio.
Igual no nos vistes, pero hace tiempo, entramos los dos juntitos de la mano, el y yo.
Igual no te fijastes, pero vinimos con hambre de muchas cosas, dispuestos a apagar toda sed. Quedarse con las ganas no entró ni en el más barato de los menús.
Sabíamos cuál era nuestro plato, en qué punto lo queríamos y hasta cuánto lo íbamos a degustar.
Pero no hasta cuándo.
Quizás por eso, recuerdo perfectamente el día en el que el empezó a pedir fuera de carta. Fue estúpido tratar de entenderlo.Inútil tratar de saber por qué. Tranquilo, no te voy a pedir la carta de reclamaciones. No es culpa de nadie, simplemente pasó, y antes de que nos diéramos cuenta, el preguntaba lo que comían las otras mesas, los dos bebíamos para no charlar y yo miraba los mensajes del móvil mientras intentaba disimular nuestra crisis de ganas de superar nuestra crisis.
Ahora que ya todo me sabe a tarde, y todo me sienta peor, ahora ya todo me recuerda a un casino. Más importante que saber estar, es saber cuándo largarse. Aunque aquí, como ves, el último que se levanta, la paga.
Hazme un favor, descuéntame todo lo que jamás pedí y aun así tube que tomar.
Tampoco me pongas lo que pedí y jamás me trajeron. Como una vida juntos, esos planes hechos mentira, esos hijos que tuvieron nombre mucho antes que existencia, esa casa unifamiliar que jamás hubiera podido pagar...
Descuéntame todo eso y dime cuánto te debo, que yo te lo pago.
Y no te preocupes si al final nada cuadra. No te me apures si pago de más.
Con el cambio, me haces otro favor.
Le envías una botella del mejor champán a los labios de esa mesa.

sábado, 7 de mayo de 2011

Te tengo en el cajón de los recuerdos, también en el de los olvidos, en el de los sueños rotos, y el de los sueños cumplidos.



No sabes como a sido, pero un día te despiertas y ya no está. Así, sin darte cuenta ese sentimiento se a esfumado. Y ya no sientes lástima porque sea así.
Ahora quedan más cosas por vivir, muchos caminos que recorrer, mucha gente a la que conocer, a la que amar, a la que odiar. Quedan miradas de complicidad, lágrimas por derramar y sonrisas que regalar.
Ahora sé, que puedo ser sin ti. Qué las alegrías se viven en pequeños momentos.
Qué los recuerdos son lo más preciado que tenemos, podemos moldearlos a nuestra manera y revivirlos en el momento oportuno. Solo hace falta saber administrarlos para que no hagan daño, para poder sacar la gran esencia de ellos y lo demás eliminarlo.
Mientras tanto los dejaré allí, junto aquella muñeca, algunas cartas y unos cuantos pañuelos, hasta que cojan polvo, y solo sean eso, recuerdos.