lunes, 16 de mayo de 2011

La cuenta por favor

Jefe, qué se debe?. Anda tráeme la cuenta. Te iba a pedir la dolorosa, pero me temo que en este caso, además de dolor, va a hacer alivio.
Igual no nos vistes, pero hace tiempo, entramos los dos juntitos de la mano, el y yo.
Igual no te fijastes, pero vinimos con hambre de muchas cosas, dispuestos a apagar toda sed. Quedarse con las ganas no entró ni en el más barato de los menús.
Sabíamos cuál era nuestro plato, en qué punto lo queríamos y hasta cuánto lo íbamos a degustar.
Pero no hasta cuándo.
Quizás por eso, recuerdo perfectamente el día en el que el empezó a pedir fuera de carta. Fue estúpido tratar de entenderlo.Inútil tratar de saber por qué. Tranquilo, no te voy a pedir la carta de reclamaciones. No es culpa de nadie, simplemente pasó, y antes de que nos diéramos cuenta, el preguntaba lo que comían las otras mesas, los dos bebíamos para no charlar y yo miraba los mensajes del móvil mientras intentaba disimular nuestra crisis de ganas de superar nuestra crisis.
Ahora que ya todo me sabe a tarde, y todo me sienta peor, ahora ya todo me recuerda a un casino. Más importante que saber estar, es saber cuándo largarse. Aunque aquí, como ves, el último que se levanta, la paga.
Hazme un favor, descuéntame todo lo que jamás pedí y aun así tube que tomar.
Tampoco me pongas lo que pedí y jamás me trajeron. Como una vida juntos, esos planes hechos mentira, esos hijos que tuvieron nombre mucho antes que existencia, esa casa unifamiliar que jamás hubiera podido pagar...
Descuéntame todo eso y dime cuánto te debo, que yo te lo pago.
Y no te preocupes si al final nada cuadra. No te me apures si pago de más.
Con el cambio, me haces otro favor.
Le envías una botella del mejor champán a los labios de esa mesa.

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