domingo, 27 de febrero de 2011

Deliciosamente diferente.

No sabe consolar, pero me abraza, me hace sentir viva, me hace reír, y me hace llorar aun más. Como un niño chico al que le quitan el chupete. Rizamos demasiado el rizo, y vemos las cosas desde diferentes ángulos.
Pero no es ningún capricho, y de eso estamos seguros.
Que más da, seguirá siendo igual dentro de 5 o 6 años. Seguiremos mirándonos con deseo, intimidándonos, seguiremos riéndonos por nada, y seguiremos siendo víctimas de una relación que no llega a ningún lado.
Te querré aquí, y en Pekín.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Date prisa.

Me pesan los párpados.
Las lágrimas brotan de mis ojos descontroladamente, en mi cabeza retumban cientos de ideas por segundos. Me duele.
Deseo ser como el Ave Fénix, envuelta en llamas,
que muere por la noche y renace de sus cenizas por la mañana. Ojalá pudiera huir. Volar lejos de aquí, sentarme en un parque de cualquier ciudad lejana, cerrar los ojos, y no sentir dolor. Ya no sé ni que es lo que siento. Estoy perdiendo la cabeza. Que triste, es pensar en todo lo que puedo ser, y no soy. ¿Porqué no me dejas serlo? Cada día que pasa le encuentro menos sentido a todo esto, y ya no quedan personas a mi lado, que puedan ni si quiera llegar a entender una mínima parte de ello. Es tontería hablarlo. Estoy viva, pero avanzo día a día como un zombie, con cuerpo, pero sin alma. Presa de mis miedos, y de mis esperanzas. Encerrada en mi infierno, tratando de revivir alegrías. Ahora solo me queda pedirte un favor; Piensa, si merece la pena seguir siendo un infeliz, un insatisfecho, un frustrado, y una persona solitaria, porque mi cabeza ya no puede seguir intentando adivinar tus pensamientos. Por favor, haz que todo encaje pronto.

martes, 22 de febrero de 2011

Estoy empezando a enloquecer.

Tengo tantas cosas que decir, que ya me ahogo.
Ven, y sácame de aquí.
Haz que se alejen las dificultades.
Derriba esos muros.
Ponte cerca de mi, y dame la mano, abrázame fuerte, muy fuerte, hasta que me falte el aire.
No te preocupes, no te pondré pegas.
Acaríciame, juega con mi pelo. Susúrrame al oído.
Recorre junto a mi cada uno de los rincones de esta ciudad y luego, bésame.
Bésame despacio. Como solo tu sabes hacerlo.
Vamos, somos libres. ¿A qué estás esperando?

jueves, 10 de febrero de 2011

Oigo despertarse a mi madre.


Noches a oscuras.
Tú voz me susurra.
Escalofríos recorren mi cuerpo.
Estás lejos, pero te siento cerca.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Largo viaje. Claro destino.


Ultimamente me he dado cuenta de que me paso más tiempo sentado aquí que en mi propia casa.
Subo al autobús y me siento en el sitio de siempre, nunca está ocupado...
Es verdad, mucho tiempo. Pero esta es la primera vez que me paro a observar.
Al autobús suben tanto gente mayor, como niños.
No entiende de edades.
Lo mismo emigrantes que nacionales, lo mismo gente bien vestida y arreglada, que gente normalilla.
También están los que huele bien, y los que, ¡Joder! hay que ver como huelen...
El autobús, no hace distinción de razas, ni de sexo, ni de edad, ni de nada...
Nos iguala.

Y pensándolo bien, el autobús se parece al viaje de la vida; te lleva al destino deseado.
Todos tenemos una parada en la que bajarnos, nadie se puede quedar en el autobús para siempre.