miércoles, 26 de mayo de 2010

Perdiendo el tiempo.



Llueve. Prefieres estar en casa. Caminas a través de la lluvia sintiendo cada una de las gotas que caen sobre tu cuerpo.
Miras tus zapatillas y cada charco que pisas.
Te gusta la lluvia porque sientes que nadie puede descubrirte, la gente corre, se tapan, se resguardan en portales o coches, y cada lágrima que derramas, es camuflada por esas gotas de lluvia.
Nadie se fija, son invisibles. Al menos, un poco más que antes.
Pero a mitad de camino decides parar y sentarte en el primer banco que encuentras.
Solo música.
Ya no hay nadie en la calle. Estás sola. Ahora más que nunca.
Miras a los lados, esperando que alguien venga y se siente contigo, que pase cualquier cara conocida que te de un motivo para sonreír.
Tiempo perdido.
Por mucho que esperes nadie va a aparecer. Eso lo tienes claro.
Así que, respiras, coges fuerza y decides seguir caminando.
Pero eso sí, esta vez, sin sentarte a esperar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario