domingo, 28 de agosto de 2011

Desde ahora, y para siempre. Adiós.

Ayer, después de una semana sin salir de casa por los estudios. Cogí el autobús. El cielo estaba pintado de rosa, y la música de mi ipod inundaba todo cuando me rodeaba.
Había sido una semana terrible, todo cuanto me rodeaba estaba mal.
Pero pensé en ellas, pensé en todo el apoyo y seguridad que se me estaba brindando a mi alrededor. En la compañía inesperada, y en el cariño regalado sin motivo aparente.
Y me reí, me reí en medio de toda esa gente desconocida que me miraban sorprendidos. Me reí como jamás lo había echo en mucho tiempo.
En los momentos duros, hay que pararse a pensar en todo cuanto te rodea, y sopesar lo bueno, frente a aquellas cosas que te quitan el sueño. Finalmente, consigues pegar ojo, y todo con una sonrisa. Y mi sonrisa, se la debo a ellas. Y sobre todo, se la debo a ella, a mi ángel, a mi jefa, a mi amiga, a mi madre.
Con el paso del tiempo, he ido aprendiendo que nada es tan malo, como para conseguir destrozarte, y que si quieres algo, nunca podrás conseguirlo estando sentada.
Por eso a día de hoy me despido. Me despido del miedo, de la inseguridad, de la impotencia y de la cobardía.
Hasta nunca viejos amigos.

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